L'avenir de la codification en France et en Amérique latine
Palais du Luxembourg, 2 et 3 avril 2004
Matthew C. Mirow
Profesor de la Universidad International de Florida
A
gradezco la oportunidad que me ha sido otorgarda para efectuar algunos comentarios sobre las presentaciones de este panel. Es un honor para mi hablar inmediatamente después de tan distinguidos profesores. Quisiera recordarles, ante todo, que sus trabajos son importantes no solamente para los Europeos y los Latinoamericanos, sino también en Norteamérica, donde incluso fuera de los círculos de Luisiana y Quebec, muchos académicos leen y reflexionan sobre sus trabajos.
Vengo de un país que cuenta con casi 30 millones de hispanoparlantes, entre ellos, muchos de mis estudiantes. Hay mexicanos, nicaraguenses, colombianos, venezolanos, puertorriqueños, dominicanos y, por supuesto, cubanos ; y tenemos también estudiantes de otros países como Brasil y Haití. Generalmente son inmigrantes o hijos de inmigrantes, que quieren estudiar las raíces de los sistemas legales de sus países de origen y esperan ejercer el derecho a nivel internacional. Son ellos, con la ayuda de sus profesores, quienes muestran interés en vuestros trabajos. Mi primer comentario es, por lo tanto, de gratitud por compartir vuestro conoci-miento y hacerlo llegar a tanta gente.
El profesor Halpérin nos ha dado las bases filosóficas y políticas de la codificación, el profesor Bravo Lira ha descrito geográficamente los antecedentes históricos y el profesor Guzmán nos ha hablado del florecimiento del código francés dentro de la mentalidad y del derecho sustantivo de Latinoamérica. Sobre estas excelentes presentaciones, no hay mucho para criticar.
Los conferencistas se han referido a los cambios históricos a largo plazo, de una ola o más bien de las olas de codificación. Sin embargo, hay ciertos aspectos parti-culares de la codificación que me gustaría añadir.
La codificación es frecuentemente una actividad individual o personal dentro de un momento histórico. Tenemos en el código de Andrés Bello el ejemplo de un hombre excepcional en un momento excepcional. Bello fue un hombre con educa-ción y experiencias coloniales. Fue el profesor de Simón Bolívar cuando ambos tenían menos de veinte años de edad. Unos años después, viajó con la expedición de Alexander von Humboldt. Posteriormente, fue funcionario público bajo Bolívar... y soldado intelectual en las guerras de independencia de los países de Latinoamérica. Vivió 19 años en Inglaterra, donde tuvo dos esposas irlandesas con las cuales tuvo 15 hijos. Estudió derecho romano y derecho castellano antiguo en la biblioteca nacio-nal de Inglaterra. Trabajó con James Mill en los papeles de Jeremy Bentham, el inglés que acuñó la palabra «codificación». Tenía más de 45 años cuando se trasladó a Chile donde empezó sus esfuerzos para la preparación de su código. No sólo fue senador y civilista, sino también escritor de derecho internacional, y un famoso gra-mático, lingüista y poeta.
Estos datos no carecen de significación en la historia de la codificación chilena. Así, por ejemplo, Bello imbuyó su código con derecho romano y castellano, derecho que había aprendido en Inglaterra. Seguramente, los esbozos de los artículos de dicho código sobre las legítimas, la libertad de disposición de la propiedad por testamentos, la familia y el matrimonio, reflejaron los pensamientos adquiridos mediante sus experiencias personales, las cuales incluyeron dos matrimonios, dos esposas católicas y quince hijos. Sin duda que sus vivencias influyeron sus pensamientos sobre tales temas. Un hombre excepcional, pero también un hombre conun punto de vista que fue el resultado de sus propias vivencias.
Pero un hombre excepcional no es suficiente, se necesitan también muchos fac tures externos para lograr una codificación exitosa.
Es necesario contar con la estabilidad política, las condiciones económicas y sociales adecuadas, así como con el suficiente talento legal dentro del país y, por supuesto, debe pagarse a la gente que va a hacer el trabajo. Se debe tener una estabilidad política suficiente para definir y forzar a los intereses económicos y sociales a un acuerdo de normas comunes que puedan fijarse en la legislación del nuevo código. En el contexto del código de Andrés Bello, por ejemplo, fue sólo durante la estabilidad política creada por Diego Portales en 1830 (hasta los años sesenta) que el proyecto de Bello se pudo desarrollar ; al igual que durante los últimos años inme-diatamente anteriores al éxito del código, fueron necesarios el apoyo y la colabora-ción del Presidente Manuel Montt.
Otro factor importante para el éxito de un código es la existencia de un descon-tento con el estatus de las leyes que rigen el país, descontento no solamente expre-sado por el pueblo sino también por los poderes políticos. Chile, por ejemplo, tuvo leyes civiles de la época colonial, leyes complicadas y contradictorias - un laberinto de fuentes legales. El cuerpo de leyes existente tenía, además, otro defecto : el sim ple hecho de ser leyes coloniales quería decir que éstas no podían ser las leyes de un nuevo país independiente y que, por ende, dichas leyes no eran las adecuadas.
Además de la conjunción de estos factores, hay que considerar las personas que trabajan en el proyecto de código. Dichas personas deben ser abogados de alta cali-dad y con suficiente tiempo para trabajar, ya que incluso los codificadores más dedi-cados al proceso no van a producir un código sin dinero para vivir. Los Estados que han esperado nuevos códigos gratis nunca los han recibido.
La codificación es también un proceso de ejercicio del poder del estado, en el cual hay ganadores y perdedores. Los conferencistas nos recuerdan que un código es una herramienta de poder político, una manera de construir una nueva sociedad y un nuevo estado. Como las obras de Vanderlinden y Varga lo han señalado, la codificación permite que el estado pueda imponer su voluntad sobre todo el pue-blo. Es una manera de consolidar el poder del estado y hacer valer una identidad nacional. Ella ofrece, igualmente, la oportunidad de aumentar o disminuir el esta-tus y el poder de un grupo u otro, de asegurar o bien de despojar de sus derechos de propiedad, es decir, de beneficiar amigos o castigar enemigos. Son lecciones que Napoleón, Bolívar, Bello y Montt, entre otros, aprendieron muy bien.
Por lo tanto, el momento de codificación es un momento histórico y también un momento político. Sin esta constelación de factores, el proceso de codificación falla. No queremos admitirlo, pero como Alan Watson nos ha dicho refiriéndose al desarrollo del derecho en otro contexto, históricamente hay un elemento de azar o de chance para conseguir un código que funcione con éxito. Una multitud de factores, una constelación de personas, acontecimientos políticos, económicos y sociales son necesarios. Hay que tener ganadores y perdedores en el proceso ; y al final cada código tiene sus ganadores y sus perdedores.
Nuestro trabajo como historiadores de la codificación tiene que incluir la iden-tificación de estos factores personales y externos. También tenemos que considerar las interacciones entre los distintos factores, preguntarnos quién gana y quién pierde. Es un trabajo que apenas está comenzando, pero es un trabajo - basado en estu-dios como los presentes - que permite un mejor entendimiento del pasado de la codificación y que puede destacar aspectos importantes para el futuro de la codificación en el mundo.